martes, agosto 05, 2008

Mi confrontación con la docencia.

Para comenzar quiero compartirles que amo mi profesión de origen y estoy satisfecho con ella, al mismo tiempo, ello me motiva a seguir creciendo dentro de mi área, y la docencia en este sentido, la considero como una extensión de mi profesión, como un medio para transmitir los conocimientos que abarca el área de mi profesión. Soy biólogo egresado de la universidad veracruzana. Antes de iniciarme en la docencia tuve algunas experiencias más vívidas con mi carrera desempeñándome como observador científico a bordo de embarcaciones camaroneras y atuneras, y aunque la duración fue corta, dos años, esto me brindo la oportunidad de conocer el contexto biológico en la realidad: problemas de contaminación ambiental, mala administración de recursos naturales, falta de sensibilidad hacia el medio ambiente, carencia de apoyos económicos dirigidos a la investigación científica en mi área, y también retroalimenté los conocimientos científicos y técnicos aprendidos durante la formación universitaria.

Cuando egresé de la carrera me imaginaba trabajando en la elaboración de proyectos productivos, dedicado al quehacer científico en algún instituto o continuando mis estudios de postgrado. Honestamente, no estaba dentro de mis planes el trabajo como docente, aunque siempre me agradó la idea de realizar tal actividad y sobre todo pensando en desarrollarla en los niveles de bachillerato y superiores.

Fue hace ya casi tres años, en medio de circunstancias muy particulares, cuando se me brindó la oportunidad de integrarme al trabajo docente en el Cetmar 20 de Túxpam, Ver., debido a que en el turno de la tarde existía un grupo del área de laboratorista ambiental que no tenían maestro para sus módulos profesionales. Anteriormente había tenido algunas experiencias con alumnos de escuelas primarias públicas y en el sistema de enseñanza primaria y secundaria para adultos. Sin embargo, en ningún caso había sido de manera formal y a lo largo de un ciclo escolar. Así que fue una experiencia muy diferente a mi anterior empleo.

Reconozco que durante mis primeras clases, experimenté una sensación de temor por estar frente a un grupo de adolescentes impartiéndoles una materia, pero al mismo tiempo me emocionaba la idea de compartir con ellos mis conocimientos, pero sobre todo de compartir con ellos experiencias de vida, de estar en contacto con ellos. Se que aún sigo teniendo dificultades en el entendimiento y trato con los alumnos. Aunque me agrada que los jóvenes, por el hecho de ser yo joven también, me tengan confianza y sean más abiertos y sinceros al plantearme sus dudas y problemas con respecto a las materias y de su vida personal. Esto por el contrario, también ha representado para mí un motivo para que frecuentemente los jóvenes se confundan sobre como deben de tratarme. Siento que aún me queda algo grande el título de maestro.

Por otro lado les comento que desde mi ingreso a este plantel me he visto lleno de trabajo e involucrado en diversas actividades con los alumnos, incluso fuera de clases, organizando eventos culturales, programas ambientales, realizando cursos y talleres ecológicos para maestros y alumnos, actividades fuera del plantel, etc. Y eso me llena de satisfacción, principalmente porque en todas las actividades que realizo me encuentro directamente involucrado con los alumnos. Es gratificante encontrarme a un muchacho que me tiene la confianza para pedirme un consejo o simplemente para contarme algún problema de su vida académica y personal. Igualmente gratificante resulta para mí el hecho de observar, ya en el contexto real, como los alumnos que estoy formando, aplican los conocimientos que les he transmitido y son capaces de analizar, delimitar y plantear una solución a un problema relacionado con su formación profesional. Otra de las satisfacciones ha sido que este trabajo me está permitiendo desarrollarme en el área de las ciencias, a través de los proyectos de investigación científica, cosa que me apasiona.

En general, considero que hasta el momento, he experimentado más satisfacciones que insatisfacciones. Dentro de las últimas se encuentran el hecho de que frecuentemente me veo inmerso en un mundo de trabajo evaluativo que me consume el tiempo, y en ocasiones siento que éste no me alcanza para llevar a cabo mis actividades como debiera. Además, me sigue costando un poco de trabajo apegarme a un programa de trabajo que considero algo rígido y centrado solo en el “cumplimiento” estricto que los alumnos deben tener sobre las tareas que se les pidan, y no realmente centrado en su aprendizaje y en la evaluación real de éste.

Particularmente quedé un poco insatisfecho cuando impartí la materia de ciencia, tecnología, sociedad y valores I y II porque me pareció que los valores que les intentamos transmitir a través del material que utilizamos fueron muy superficiales, además de que no se les enseñaba la vivencia de éstos o al menos transmitirles que valía la pena vivirlos. Sentí que se podían hacer mucho más cosas, desafortunadamente el tiempo está sobre nosotros y hay que cumplir con los programas académicos al cien por ciento.

Finalmente, el ser docente en educación media superior ha significado para mí una etapa valiosa cargada de mucho aprendizaje en mi vida, de muchos retos también, y de muchos deseos de mejorar, crecer, actualizarme, para transmitir adecuadamente, como lo apremia nuestra sociedad, los conocimientos, valores y actitudes a nuestros alumnos que en un futuro no muy lejano se convertirán en los protagonistas de esta historia llamada vida.

Los párrafos anteriores han sido mi escrito inicial bajo el tema de “Mi confrontación con la docencia”. Después de haber leído el artículo del Maestro Esteve, “La aventura de ser maestro”, no cosideré necesario modificarlo sino solamente agregar unos comentarios, bajo el título:

Mi aventura de ser maestro.

Me he sentido plenamente identificado con lo que describe el maestro Esteve, en todo: las dificultades, las pasiones, las inexperiencias, la construcción de una identidad, el ser maestro de humanidad. Aún quedan resonando en mí los ecos de lo leído en el documento. Me identifiqué con el texto, porque como les cuento al principio de mi composición, el ser docente, no era algo que estuviera precisamente en mis planes, y ya expliqué que se dio bajo circunstancias muy particulares.

En efecto, cuando llegué la primera vez al salón de clases, a mi primera clase me preguntaba como debía comportarme, como debía contestar a mis alumnos y qué era lo que ellos esperaban de mí. Afortunadamente me tocó iniciarme en el mundo de la docencia impartiendo una materia que me apasiona: Biología. Por el lado académico tenía algo de seguridad porque confiaba en mis conocimientos, sin embargo mis temores giraban en torno, precisamente, a como llevar la clase. Así que me diseñé una estrategia que más o menos me funcionó: planifiqué lo que iba a decir y a hacer durante la hora de la clase y a cada actividad le asigné tiempos. Como era obvio, por mi falta de experiencia en la docencia, no consideré la forma en que iban a reaccionar los alumnos, y cuando me dí cuenta ya había terminado la hora y yo no había logrado terminar con mi segunda actividad de las cinco que tenía planeadas. Esto me siguió ocurriendo durante algunas sesiones.

Como olvidar una pregunta que me dejó pensando y todavía me hace pensar y además es la que me motiva a tomar este curso: una alumna, en una de mis sesiones, me cuestionó “Maestro, ¿usted ya había dado clases antes?” Sentí como sí todos en ese momento se hubieran dado cuenta de mi inexperiencia como maestro. Durante algunas sesiones siguientes, mi seguridad se vió algo disminuída, y como lo dice el Maestro Esteve, en ocasiones ansiaba que la clase terminara ya, para acabar con mi “martirio”. Pero cuando descubrí lo humano que uno debe transmitir a los alumnos, y de que el maestro no necesariamente debe poseer todas las respuestas técnicas, cuando apliqué estos nuevos descubrimientos en mis clases, me percaté como el ritmo y la interacción alumno-maestro fluía de otra manera. Lograba despertar el interés de los muchachos, otros se mostraban abiertos hacia mí, y a otros más, debo decirlo también, les seguía causando aburrimiento mi clase.

No quiero decir que actualmente haya dominado las estrategias docentes ni mucho menos que haya descubierto mi identidad y mi estilo docente, pero si creo que estoy en el camino de ganarme mi libertad, de pensar y sentir, y hacer pensar y sentir… y cada día disfruto más de mi trabajo y de ese cúmulo de energía que se vuelca en el aula cuando compartimos el espacio mis alumnos y yo.

Saludos cordiales a todos.
UBALDO

3 comentarios:

Vicky Santos dijo...

Hola Ubaldo, me da gusto que volvamos a ser compañeros, me gustó mucho tu blog, me parecen muy interesantes las fotos, tengo una dudá ¿cómo se llama la playa donde apareces? es que se me hace conocida.
Gracias por tu comentario, igualmente te felicitó por tu blog, te quedó muy bien. No te había comentado antes, porque la tutora dijo que lo hicieramos en el foro, lo cual hice.

Te mando muchos saludos.

isabel garcia dijo...

Hola Ubaldo.

Muy bien por tu blog, lucen mucho tus fotos, tienen mucho colorido y además estas con tus alumnos en tu entorno.

Saludos cordiales Isabel.

rosario dijo...

Ubaldo! es una alegría enorme ver todo el amor que tienes al realizar tu trabajo, eres muy dedicado y responsable, creo que los biólogos tenemos algo en común, "somos ajonjolí de todos los moles", ya que no nos gusta estar quietos.
Te felicito estas haciendo un buen trabajo, lo único que te sugiero, que anotaras en pie de foto el guar y lo que haces, para ubicarnos, ya que Tuxpan es hermoso.
Tu amiga Rosario